Descripción general:
Su nombre era Matthew Stove, un humano adoptado por las almas que nunca fue borrado por ellas, se le permitió vivir en su sociedad. Matthew ahora es un joven de 19 años que sabe que algo falta en su vida, siendo criado por la bondad y la moral descubre que hay un lado oscuro de su persona que se ve tentado a explorar alejado de sus padres, pero lo que no espera es que el el alma "Canción de la luz estelar en una noche de luna llena", alias Luna, lo acompañe siguiendo el deseo de su cuerpo Huesped. Su travesía los llevará a eventos que ninguno de los dos hubiese esperado y Matthew irá descubriendo su verdadera naturaleza, mientras que Luna se ve amenazada por la resistencia de humanos que los buscan, forzando a Matthew a protegerla, ¿Será el destino de Matthew convertirse en parte de la resistencia para finalmente descubrir el lado oscuro de su ser o se quedará con las almas para protegerlas de los humanos que quieren sus cuerpos de vuelta? Aquí empieza Lonely (Solitario)
Prefacio:
Quizá es mi naturaleza, quizá es mi instinto, quizá es mi deseo o quizá es mi destino, pero siempre supe que yo no encajaba, siempre supe que era distinto, criado entre la bondad y la luz, me di cuenta de que mientras más intensa era la luz que me rodeaba más profunda se volvía la oscuridad dentro de mí. Me da miedo, pero a la vez intriga, al momento en que deje que la oscuridad se esparciese por mi cuerpo supe que el sabor de ella era una delicia, y que no solo era la sensación y el pensamiento el tentador, sino que al el momento en que rendí mi cuerpo a la creciente oscuridad humana pude darme cuenta de como te atrapa, sin embargo la luz tampoco me quería abandonar, le temía a la oscuridad que me arrastraba y no me quería abandonar por más que pareciese que el dolor la iba a desgarrar. Si me dejaba arrastrar por la luz hasta su punto máximo sería cegado, pero también lo sería si dejaba que la oscuridad me condujiese hasta el más profundo de sus abismos, solo quedaba quedarse en medio en un tenuo atardecer que me permitiese alzar la vista a un mundo al que ya no pertenecía, puesto que había aceptado la maldad en mí, pero a la vez la bondad. Era humano, y por más que lo quisiese ya no pertenecía al lugar que alguna vez pertenecí y me dio felicidad. Ya no podía, por ser humano, ya no podía, por no querer abandonar la humanidad. Y aún así la rosa silvestre del amanecer alza su mirada en mí y deja que los vientos la guíen hacia mí. Aunque no compartamos la misma naturaleza, nuestros destinos se han cruzado por la eternidad convocante. Y así como ella ha aceptado mi oscuridad, yo he aceptado su luz y juntos no somos, y a la vez somos.
Decidido
Ya ha estas alturas levantarse no era más que un reflejo. No era el primer, ni el último día en que tendría este continuo problema que me asechaba. El aburrimiento, la falta de emoción, todo era tan perfecto que caía en la perfección, todo era una regularidad y una rutina que simplemente me causaba nausea. Suspire, tenía que estar agradecido, tenía que mostrarme feliz, vivía como ellos, debía mostrarme como tal.
Me dirigí al baño y con el agua del lavamanos plateado enjuagué mi rostro una y otras vez para apreciar por unos segunds mis azules ojos, ojos humanos, diferentes. Suspire una vez más, lo hacía a menudo era la única forma de reprender todos esos gritos de desesperación que yacían en lo profundo de mí. Un joven alto, con una gran cabellera rubia desordenada, y una piel tan palida que se quemaría en cuestión de minutos ante un sol sin protección. Algo no estaba bien con la persona en frente al espejo, era el mismo, pero a la vez siempre sentía que faltaba algo. Tenía el mismo sentimiento desde el inicio de la pubertad, o incluso antes, sentimientos irascibles reprimidos hasta el fin, por mis padres que tanto me querían, cuidaban y protegían. Me saqué el pijama y me fui a la ducha, permitiendo que las gotas rociasen mi musculoso cuerpo. Tenía que ser musculoso, porque era el capitán del equipo de basketball del instituto... aunque nunca importó mucho, los participantes siempre terminaban como ganadores o los partidos interrumpidos por discuciones formales que terminaban en absurdos abrazos. Nunca me quejé, era como debía ser, tenía la paciencia para soportarlo, ¡Pero he ahí el problema! ¿Por qué tenía que soportar algo que estaba bien? ¿Qué es lo que lo hacía tan molesto a mis ojos? No lo podía comprender, y la duda asaltaba hasta hoy mis pensamientos, mientras el agua rociaba mi cuerpo. Los deportes era lo único que me permitía no caer en la locura, y me esforzaba demasiado por no caer en ella, lo último que deseaba era el sufrimiento de mis padres, o que decidieran que era un peligro y debía ser... reemplazado. Ese fue siempre uno de mis temores, por lo cual me esforzaba por actuar como alma. Era difícil, pero lo lograba, incluso fingía interes en las clases. Nunca le vi el sentido a aprender acerca de los otros planetas, yo nunca iría, así que todo quedaba en mi imaginación y luego escribía historias, pero esas historias no podrían ser publicadas nunca, porque eran demasiado oscuras como para que un alma las soportase.
Salí de la ducha, me sequé y salí de la casa. Mi madre, la sanadora, ya estaba en el trabajo atendiendo a almas heridas o insertando, quizá, alguna nueva alma que hubiese llegado al planeta. Y mi padre, el buscador... no habia aparecido en los últimos días, se encontraba bordeando el desierto. La verdad es que no tenerlos en casa un buen tiempo era un alivio, no tenía que pretender para nadie, solo para mí, porque ya no sabía quien era en realidad. Nunca lo supe bien, nunca entendí porque decidieron conservar a un humano, mi raza había matado a cientos de millones o quizá más, no de los suyos, sino de su propia raza a lo largo del tiempo. Con ese deseo ardiente de violencia, venganza y orgullo, ¿Cómo podía un alma si quiera considerar conservar a la raza que no porían tolerar? Mis padres eran muy especiales, porque todos los demás siempre me miraban con miedo, terror en realidad. Las almas siempre fueron amables conmigo, pero les daba miedo, siempre me integraban, pero podía sentir el horror que salía de los poros de su piel.
Salí de la casa con un polera manga corta blanca y mis usuales pantalones beich, llenos de bolsillos, junto con mis deportivas para trotar un poco el camino a la universidad para aprender lo que las almas harán en el próximo planeta que elijan.
Y no fui el único que eligió este camino para llegar a la universidad. Al llegar al parque que tenía que cruzar me encontré con "Canción de la luz estelar en una noche de luna llena", o como yo le llamaba Luna. Su cuerpo huesped era una mujer deportista, una joven con una gran pasión por el atletismo, por lo cual le encantaba correr. Estaba vestida de un buso azul en el cual caían sus lacios y saludables cabellos color chocolate. Su piel no era morena, pero era mucho más oscura que la mía. Sus ojos verdes me saludaron, pero mostraban todavía algo de temor. La diferencia entre nuestros ojos era muy notoria, y eso nos distinguía fuertemente.
-Hola Luna- saludé con una forzada sonrisa.
-Buenos días Matthew, ¿Qué tal se encuentra tu madre? Espero que bien, me hizo mucho bien a mí después de que mi tobillo se dislocase.
-Ella esta bien, y papá también.
-¿Has hecho algo últimamente? Quizá podrías venir con mi familia a una escalate que haremos el próximo mes.
-Suena interesante- la escalata era una de mis actividades preferidas, pero a veces me preocupaba el deseo que sentía de dejarme caer, como si ya no soportase mi alrededor-. Pero debo pensarlo detenidamente. Puede que tenga que arreglar asuntos para el campeonato.
-Al equipo le ha ido muy bien contigo.
-Les iría bien con culquiera- susurré esa frase con tan poco voz que Luna no escuchó.
Continuamos nuestro trote hasta que llegamos a la universidad. Todo era tan rutinario y aburrido, los mismos rostros saludando, los mismos nombres largos y complicados, los mismos seres que solo mostraban bondad los unos a los otros. Me comenzaba a volver loco, hoy era el día en que finalmente perdería la cabeza. O eso pensaba. Ese pensamiento era tan común en mí que ya simplemente lo ignoraba. La ventaja de ser un humano es que la mentira era una gran fácilidad, las almas no estaban acostumbradas a ellas y yo era un buen mentiroso en los momentos de desesperación en que simplemente necesitaba un poco de aire. Y con cualquier excusa conseguía que el profesor me escoltase hasta la salida de la universidad y me alzase la mano con alegría en forma de despidad y esperando que me recuperase.
Pero hoy era diferente, podía sentirlo. Hoy podía sentir como el flujo de la sangre me dijo que debía hacer algo por mi cuenta. Mientras nuestra profesora explicaba como respiraban los seres del planeta de fuego, mi mente comenzó a divagar sobre una aventura, un viaje solo, en el desierto, luchando por sobrevivir. Deseaba vivir un riesgo, algo que pudiese matarme, no quería morir, todo lo contrario deseaba sobrevivir, pero necesitaba llevar mi vida al límite y entonces quizá finalmente este ardiente deseo en mi pecho se calmaría. Miré a mi izquierda y me di cuenta de que Luna me miraba fijamente, pero tan pronto como cayó en la cuenta de que la había descubierto, avergonzada se dio media vuelta e hizo una pregunta.
-¿Los entornos son muy feroces?
-Sí, Canción de la luz estelar en una noche de luna llena, es un planeta bastante peligroso y solo las almas más osadas se atreven a vivir una vida allí, por lo general esas almas han tenido al menos cuatro vidas.
Me gustaría vivir en ese mundo... ese fue el pensamiento que se me vino a la cabeza, los alrededores de aquí también podían ser peligrosos con los animales, pero estaban tan bien controlados que era muy difícil que ocurriesen accidentes. Tenía que buscar algo emocionante en el acto o rompería la silla de metal que me sostenía. Así que en mi pupitre comencé a escribir una historia de como hubiese actuado en el mundo del fuego, de como me hubiese enfrentado a los alrededores, hasta que llegué al punto de sentimientos de desesperación, en la cual mi historia se convirtió una vez más en las que solo podían ser reservadas en mi mente.
Una vez terminado el perido, corrí a casa a gran velocidad. Les escribiría a mis padres una nota, después de todo teníamos una semana de vacaciones en la universidad, este había sido el último día.
Entré a la casa y busqué lápiz y papel en donde deje un mensaje. Mis padres siempre confiaban en mí y no era la primera vez que salía por mi cuenta, por lo cual no les importaría mucho si yo los dejaba por un par de días. Lo que yo no sabía es que sería mucho más tiempo.
Subí a mi habitación y en mi mochila guardé todo lo necesario, pero tendría que detenerme a comprar antes de partir. De momento guardé muchos lápices y cuadernos, tendría que escribir en algún momento, era el medio por el cual podía deshaogar la desesperación, y necesitaría estos recuerdos tan vividos como se pudiesen en mi futuro humano en la sociedad de las almas.
Guardé ropa también, y con todo listo podría partir, usando la motocicleta que se me fue regalada el año anterior.
Solo faltaba ir a comprar. Estaba todo lo demás listo.
Vi la casa una última vez, y sin arrepentimientos encendí la moto para partir.
Última edición por Were Vampire el Miér Ene 13, 2010 12:02 am, editado 3 veces